domingo, 30 de enero de 2011

PROSPECTIVA

Luis G. Benavides Ilizaliturri[1]
Puebla,México
Introducción 
Los procesos anticipatorios sólo tienen sentido si se encaminan a la acción. Por ello, la prospectiva nunca se presenta como un fin, sino como un conjunto de medios, estrategias, tácticas y decisiones que pretenden avizorar situaciones, de suyo complejas, diferentes a las que estamos viviendo. 
La complejidad de la realidad humana no elimina la posibilidad de descubrir la “historia del futuro” en secuencias que no son necesariamente prolongación de lo que ha sucedido, ni de lo que ha venido sucediendo.  Porque, ante la complejidad de la realidad, el ser humano no se encuentra desprotegido ni desarmado, particularmente como colectividad.  El ser humano cuenta con enorme potencial de experiencia acumulada y con un arsenal de fuerzas que, conjugadas en un sentido unificador estructurado en un querer ser colectivamente definido,  puede transformar e ir progresivamente modificando la realidad en la que vive. 
Así, todo estudio prospectivo se inscribe en una óptica globalizadora de la historia pasada, presente y futura, cuyas propuestas habrán de ponerse a la consideración de la comunidad comprendida en él.   
Al recoger y sistematizar la más amplia expresión de experiencias, memorias, anhelos, opiniones y planteamientos de personas vinculadas con el ser y el quehacer de la educación, o de una comunidad, se construye una realidad objetiva[2] sobre la que es posible interactuar tanto para esclarecerla, redescubrirla o ponderarla, como para modificarla, reestructurarla o prolongarla en el tiempo. 
Este documento apunta a la explicación de los procesos metodológicos que el Centro Internacional de Propectiva y Altos Estudios, S.C. (CIPAE) ha desarrollado para realizar estudios prospectivos.   
Este documento intenta también servir como instrumento de reflexión para que no sólo nuestro pasado adquiera nuevas dimensiones de interpretación, sino para que el presente y particularmente el futuro puedan cargarse de esa esperanza dinámica que revoluciona nuestro mundo –en el que nos movemos y somos. 
La prospectiva es, más que un método o un instrumento, una actitud capaz de imprimir velocidad y sinergia a nuestra acción; velocidad y sinergia necesarias para trastocar la cotidianeidad que vivimos y para hacer de ella el espacio al que vale la pena destinar recursos, tiempo y esfuerzo para la formación personal,  cultural, académica, científica,  en un humanismo que dé aliento a la construcción del nuevo país justo, democrático y soberano que todos anhelamos, en el tengan sentido de pertenencia las comunidades, las instituciones y las personas. 
Este documento no pretende hacer un relato exhaustivo de cómo se realizan los estudios de prospección, ni un detallado “manual” metodológico de los procedimientos por seguir.  Sólo pretende abrir espacios –intelectuales, emotivos, valorales-- individuales y colectivos para releer el pasado a partir de una actitud y visión de futuro, analizar el presente con la fugacidad de una dimensión prospectiva y reformular el porvenir, atrayéndolo con energía y empeño hacia el presente.
Como en un vehículo automotor, siempre en movimiento, los estudios prospectivos buscan crear un parabrisas amplio y claro que aún en medio de torbellinos, lluvias o tinieblas descubra un horizonte futuro anhelado y alcanzable, iluminado en la obscuridad con potentes rayos de fe y confianza.  Estos estudios también quieren ofrecer un espejo retrovisor donde la referencia al pasado ofrezca la seguridad de que, cuanto se ha recorrido forma parte del camino --historia que no debe olvidarse y menos rechazarse--,  porque es acumulada experiencia siempre útil y disponible, aunque jamás repetible.
Por último --sin dejar de lado la analogía automovilística—no es inútil recordar que un estudio prospectivo, además de proporcionar una especie de fotografía instantánea sin retoques (fotografía que depende de la calidad del rollo, de la habilidad del fotógrafo, de la correcta iluminación, del afoque certero,  de la disposición de lo fotografiado, etc.), que es una ilustración indicativa del pasado concretado en un presente que inmediatamente deja de serlo-- pretende servir también, con sus resultados prospectivos, como un plano citadino o mapa carretero para quienes han de llevar los timoneles (acelerador, freno, volante... velocidades) de la carrera del tiempo.  Los timoneles dan autonomía en las decisiones y su manejo genera certidumbre en el presente, siempre y cuando se sepa hacia dónde se va y se esté consciente de que, porque se avanza, se está haciendo realidad el porvenir anhelado.  
Como instrumento para la toma de decisiones, todo estudio prospectivo deja sin relatar lo más profundo e importante del proyecto: los cambios personales y grupales que se pueden suscitar y de hecho se suscitan en cada una de las personas que toman parte en él.   Es éste sin duda el principal motivo para poner en marcha un proceso prospectivo:  
·         Fomentar un cambio de actitud frente al futuro (lo cual exige un cambio de actitud hacia sí mismo, hacia los otros y hacia lo”otro”);
·         Reforzar el sentido de pertenencia en diversos niveles de identidad, y, en especial, la identidad con el grupo humano que decide formular participativamente su estudio prospectivo y llegar a formular un proyecto común;
·         Desatar un movimiento planificador que se exprese en una nueva forma de gestión de la vida en común.
 Los estudios prospectivos impulsados por CIPAE, aunque sus resultados no son  del todo mensurables —particularmente con métodos aritmomorfos--, pretenden ser como un virus contagiante de esperanza, que ojalá supere los anticuerpos y logre saltos cuánticos en la evolución de la sociedad mexicana, de la cual está tan necesitada nuestra sociedad. 
Es experiencia de este Centro que cada estudio prospectivo concluye siempre en proyectos diferentes uno de otro; que en cada prospección, los aprendizajes para todos los participantes son múltiples; que cada persona que aporta experiencia, saberes y visión de futuro se enriquece con las aportaciones de las demás.   
Pero también es experiencia que, con los estudios prospectivos, se suscitan reticencias; se generan conflictos entre el deseo de cambiar y el temor a hacerlo; se rompen seguridades y se incrementan incertidumbres; en una palabra, se desacomodan los elementos que sostienen nuestro presente como prolongación del pasado.  Una poderosa razón para que esto suceda se encuentra en que nuestros parámetros de éxito fundados legítimamente en la experiencia se ponen en duda respecto a las exigencias de futuro.
En este fluir de reacciones, muchas veces paradógicas, se encuentra el resultado de un estudio prospectivo.  Toca a cada cual asumir la responsabilidad de sus decisiones en espacios amplios de libertad.   
1. Estructura prospectiva
 Enmarcada en la visión globalizadora del mundo, la prospectiva parte del reconocimiento de los retos que genera la velocidad de los cambios que ocurren hoy, cambios que obligan a adentrarse con mucha prudencia y a la vez con mucha decisión en los campos de la historia del futuro.   
Si por una parte resulta inútil continuar aplicando modelos de planificación ligados únicamente a evaluaciones y proyecciones del pasado, por la otra, las metodologías[3] que los futurólogos desarrollaron en las décadas pasadas, parecen no tener cabida en la historia actual tan cambiante, tan imprevisible, tan acelerada. 
Por otra parte, al hacer hincapié en el futuro surge con frecuencia la creencia de que se trata de desechar la experiencia del pasado como si estuviéramos emergiendo a un nuevo periodo histórico que nada tiene que ver con los anteriores.  Sigue siendo verdad que el presente es consecuencia del pasado y, por lo mismo, que es posible engendrar el futuro y modificarlo en alguna forma, si nos decidimos a actuar sobre él. 
Sin embargo, no podemos borrar o cancelar el pasado como si nunca hubiese existido.  La tentación de hacerlo es muy común y mucho más fuerte de lo que nos imaginamos. 
Jorge Luis Borges[4] narra con singular maestría la historia de Shih Huang Ti (Shih: el que inicia; Huang Ti: emperador).   Se trata del Gran Emperador, el que concluyó la construcción de la muralla china.  Dice Borges: Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquél primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. [...] inxeplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó. [...]  Históricamente, no hay misterio en las dos medidas.  [...] erigió la muralla, porque las murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para alabar a los antiguos emperadores.  Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes; lo único singular en Shih Huan Ti fue la escala en que obró.  [...] yo siento que los hechos que he referido son algo más que una exageración o una hipérbole de disposiciones triviales.  Cercar un huerto o un jardín es común; no cercar un imperio.  Tampoco es baladí pretender que la más tradicional de las razas renuncia a la memoria de su pasado, mítico o verdadero.  Tres mil años de cronología tenían los chinos (y en esos años, el Emperador Amarillo y Chuang Tzu y Con fucio y Lao Tzu), cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia empezara con él.
Se diría que todos traemos en nosotros un pequeño Shih Huang Ti. Este fenómeno se manifiesta con mucha frecuencia, cuando recibimos algún nombramiento o cargo.  Entonces queremos desaparecer el pasado construido por otros, y nos convencemos --y “otros” tratan de convencernos también--  de que con nosotros se “inicia la historia”; que nunca antes hicieron las cosas que nosotros estamos por emprender,  y que mucho menos las hicieron bien si alguien lo intentó.  Por ello, surge permanentemente la tentación de afirmar Nunca antes; Es la primera vez, Jamás en la historia, etc. y la mejor manera de demostrarlo es tirar todo lo existente por la borda y comenzar de cero.  Es entonces cuando comenzamos a reconocer la incompetencia de quienes nos precedieron, la poca idea que tuvieron de lo que debía hacerse, lo ineptos que fueron sus colaboradores, y ¡hasta la absurda disposición de los muebles de las oficinas y el mal gusto con el que la tenían arreglada!   Así actúa nuestro pequeño Shih Huang Ti interno. 
Mucho habrá que pensar y reflexionar sobre esta manera de actuar respecto al pasado antes de emprender cualquier estudio prospectivo.  El futuro es posible porque se finca en el pasado y es secuencia del presente, de las decisiones ahí asumidas.
Retomemos la idea de que el presente de hoy es el futuro de ayer.  Analicemos lo importante que hubiera sido tomar algunas decisiones que por no haberlo hecho oportunamente limitan o nos han dado un presente que no se nos antoja el mejor.
Por ello, una de las maneras más claras para controlar el futuro consiste en actuar en el presente como queremos que sea el actuar del futuro; que pensemos en el presente como queremos que sea el pensamiento del futuro; que establezcamos nuestras relaciones presentes como queremos que sean las relaciones del futuro: con nosotros mismos, con los demás, con el entorno. 
No obstante, este intento por actuar, pensar, relacionarnos con visos de futuro no es posible si no clarificamos los escenarios en los que deberemos actuar, o al menos en el que podríamos actuar en el porvenir. Cabe mencionar que en las metodologías prospectivas se utiliza con frecuencia el lenguaje del teatro.  Con él se pretende que seamos capaces de visualizar el futuro, al menos en tres escenarios diferenciados: escenario probable, posible y deseable. Se denomina escenario posible aquél que puede ser proyectado extrapolando hacia el futuro los datos del comportamiento de diversas variables del pasado.  A este escenario también se le denomina escenario lógico.   El escenario deseable es aquel que, aparatándose de toda proyectiva, expresa los anhelos de futuro sin tener en cuenta las limitaciones que el presente impone; a este escenario también se le califica como “utópico”.  Finalmente el escenario posible es resultante de una especie de diálogo entre el futuro y el presente, con frecuencia se le denomina “futurible”.   Más adelante nos adentraremos más en el terreno de los escenarios prospectivos. Hoy día resulta imposible sopesar la importancia que desempeña la planificación si no la encuadramos en el marco de la problemática económica, social y cultural en su conjunto, por la sencilla razón de que se trata de que estos marcos constituyen nuestro mundo, en el que nos movemos, formamos parte de él y es en él en el que resentimos las transformaciones de la realidad. El ámbito de la vida personal, por su parte, no puede dejar de verse afectado y reflejar lo que sucede en un contexto a la vez más radical y amplio que recibe influencia de infinidad de otras relaciones que nos globalizan en un mando donde cada vez más tiene importancia la situación económica, político-social, cultural, científico-tecnológica que vive el mundo más allá de nuestra propia esfera de influencia. No por ser ya discurso cotidiano deja de ser verdad que los cambios nos desbordan, a tal punto, que con frecuencia nos vemos impedidos no sólo para controlarlos, sino incluso para comprender su significación y trascendencia.   Por ello, resulta cada día más difícil prever las repercusiones de los cambios tanto en la dinámica colectiva e institucional como en la organización de la vida individual y de la vida familiar.
A menudo no contamos con una pausa de análisis, reflexión y evaluación que nos permita siquiera saber si somos víctimas o beneficiarios de transformaciones tan numerosas como profundas, por más que a primera vista se suponga que progresamos y que los frutos de nuestra acción siguen siendo benéficos y están encontrando acomodo en las estructuras del actual sistema económico, político y cultural. 
Es necesario tomar plena conciencia de que en el mundo actual, como en una red de múltiples e intrincadas correlaciones, todo cambio afecta al todo:  el orden mundial determina en buena parte la marcha de cada nación; la emergencia de bloques económicos o productivos afecta hasta la economía familiar e individual; los factores económicos y políticos inciden directamente en el campo social y cultural, incluidas, desde luego, las dimensiones que hasta ahora se consideraban internas: la gestión y administración de los recursos, la perennidad de los valores personales y grupales, la estabilidad de los fines de las instituciones.  Nuestra realidad personal, familiar, institucional y colectiva no queda fuera de tal consideración. 
En este contexto siempre cambiante e incierto, la prospectiva es más que una ciencia o una técnica; es una actitud ante el futuro, capaz de transformar en el presente las relaciones de las personas y de las instituciones hacia sí mismas, hacia la sociedad y hacia el mundo. 
La prospectiva no es, ni pretende ser,  una bola de cristal para adivinar el futuro, ni un mecanismo automático para adueñarse del porvenir.  Es un instrumento que ayuda a clarificar las finalidades por las que se actúa, el para qué de la existencia y las posibilidades reales de modelar las circunstancias presentes trayendo hacia ellas las intenciones de futuro. 
Contar con una visión prospectiva auxilia en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación permanente, ya que en ambos ejercicios el futuro deseado y posible se hacen presentes como motor de la acción. 
Con esta justificación, el propósito general de los estudios prospectivos consiste en generar un movimiento desde la participación social, para configurar una historia futura coherente de las instancias o instituciones que asumen este proceso.  Los productos esperados de los estudios prospectivos llevados a cabo por CIPAE son:   
·         La sistematización histórica en relación con los propósitos o con la misión institucional.  
·         El levantamiento de un diagnóstico institucional situado en el entorno del dominio de sus actividades.  
·         La descripción de contextos amplios (locales, nacionales, mundiales) en los que se ubicará la institución en el futuro  
·         La elaboración de tres escenarios prospectivos.   
·         La elaboración de un marco de decisiones generales y estratégicas que permitan presencializar el futuro.  
·         El establecimiento de prioridades de acción y definición de proyectos.  
·         La construcción de una matriz que vincule estrategias o proyectos. 
La realización de los estudios prospectivos planteados por CIPAE se sustenta en procedimientos altamente participativos, ya que su desarrollo se considera como un proceso educativo en sí.  La participación de los diversos protagonistas de la acción institucional o de su impacto resulta siempre necesaria. 
Asimismo, la metodología se plantea en fases modulares de suerte que los productos parciales, frutos de la metodología adoptada, puedan ser utilizados de inmediato. 
CIPAE sostiene que, con la aplicación de esta metodología, las instituciones pueden contar con un mecanismo de revisión permanentemente de todos los elementos que generan y mantienen las relaciones internas, las relaciones con la sociedad y con el entorno, para orientarlas y reformularlas en vista a sus fines y razón de ser.
La prospectiva así enfocada, permite revisar la filosofía que sustenta la acción institucional; los principios y teorías que le dan consistencia; los procedimientos de organización, gestión y administración; la cooperación con el resto de la sociedad; la intervención de otros agentes externos al sistema de la institución y su repercusión interna. 
En cualquier área de acción siempre es conveniente prospectar la propia realidad vinculada con el desarrollo local, estatal y del país así como las nuevas funciones que habrían de surgir de esta vinculación y la forma de responder a esas funciones.  Muy relacionado con este aspecto se plantean los planes de crecimiento y las posibilidades de utilizar nuevas tecnologías para incrementar la influencia institucional en el campo del saber, de la moral, la política, la educación, las finanzas. 
El desarrollo metodológico de los estudios prospectivos realizados por  CIPAE se plantean en dos ejes:  
·         Un eje temático-estructural, orientado a la integración de una visión coherente y comprehensiva de las situaciones que caracterizan la institución en estudio, y   
·         Un eje procesual, enfocado a la conformación dinámica de estrategias de captación, procesamiento, análisis y síntesis de información relevante, de conformidad con los propósitos y objetivos del estudio prospectivo. 
Con referencia al desarrollo del eje que se denomina temático-esctructural, se proponen los siguientes procedimientos:  
·         Descripción y análisis situacional de las entidades o elementos que conforman la institución para configurar una imagen integral de su funcionamiento.
·         Percepción de actitudes, opiniones y juicios valorativos de los agentes comprometidos en las acciones institucionales, orientada a la identificación de los elementos significativos que intervienen  en el desarrollo actual de la institución.  
·         Análisis evaluativo a partir de la consideración de las características situacionales y del perfil actitudinal de los agentes antes mencionados.  
·         Síntesis prospectiva orientada a la sustentación de la planificación y la toma de decisiones así como a la identificación de estrategias de desarrollo. 
Por lo que respecta al eje procesual, en el trabajo se procede a:  
·         La identificación de fuentes relevantes de información.  
·         El diseño de estrategias para la recopilación, procesamiento, análisis y síntesis de la información.  
·         La ejecución de estrategias y aplicación de técnicas para el procesamiento, análisis y síntesis de la información recabada.  
·         La elaboración de informes técnicos. 
Como parte importante de la conclusión de los estudios prospectivos institucionales, se propone la elaboración de una matriz de congruencia que permite descubrir los datos que apuntan direcciones contradictorias para ser analizados con especial interés en la búsqueda de la coherencia operativa. 
De esta manera, el estudio prospectivo se estructura en cinco etapas:
·         Sistematización histórica.  
·         Diagnóstico situacional.  
·         Elaboración de escenarios.  
·         Diseño y adopción de decisiones estratégicas.
·         Desarrollo de perfiles de planificación y desarrollo.
Esta metodología prospectiva se sustenta en una visión antropológica que se enmarca en la concepción cristiana de la historia de la salvación a partir de Gal 4, 4[5]:
Pero con la llegada de la Plenitud de los tiempos enviada por Dios en su Hijo, nacido de mujer,nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y en ello tornarlos hijos de Dios. 


[1] El Dr. Luis G Benavides Ilizaliturri es doctor en múltiples y diversas disciplinas, políglota, ha sido catedrático, asesor educativo y conferencista en todo el mundo, es considerado uno de los mejores educadores del planeta.
[2] El concepto de “objetividad” tiene nuevas connotaciones que, para ser comprendidas exigen entender la subjetividad y la intersubjetivdad en los criterios de verdad.  Más adelante este será un tópico de discusión.
[3]  Casi todas aritmomorfas y sustentadas en modelos matemáticos extraidos de fórmulas algebraicas proyectivas.
[4]   La muralla y los libros. Prosa Completa. Bruguera. Barcelona.  1979 Vol. 2. Pág. 131 y ss.
[5] Ote de hlqen to plhroma tou xronou, ecapesteilen o Qeov ton uion autou, genomenon ek gunaikov, genomenon upo nomon, ina tous upo nomon ecagorash, ina thn uioqesian apolabwmen.
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